club-mba.com

Cuando una empresa empieza a dar fallos en sus procesos de venta (u otros que preceden a éste) los directivos suelen recurrir a las nuevas tecnologías para mejorar la comunicación entre los departamentos que ellos mismos gestionan. Kentaro Toyama, profesor asociado de la comunidad de información en la Universidad de Michigan, siempre se ha considerado un enamorado de las tecnologías. Siempre creyó que éstas eran la respuesta a casi todos los problemas que se planteaban en el mundo. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, se ha dado cuenta de que cuantos más avances tenemos a nuestra disposición, más necesitamos de las habilidades humanas para poder manejarlos correctamente.

En su libro, Geek Heresy: Rescuing Social Change from the Cult of Technology (PublicAffairs, 2015 o, como diríamos en castellano, Herejía Geek: Rescatando al cambio social del culto a la tecnología), Toyama nos cuenta cómo cambió su punto de vista. Después de recibir varios premios de parte de la Universidad de Harvard y de Yale, empezó a trabajar para Microsoft, convirtiéndose, en poco tiempo, en cofundador de Microsoft Research India. Trabajando en este país asiático durante cuatro años (2005/2009), se dio cuenta de que era imposible meter un ordenador en cada clase, a excepción de aquellas escuelas donde alumnos y profesores ya tenían una conciencia tecnológica: aquellas escuelas más privilegiadas.

Toyama lleva la explicación de esta situación al mundo empresarial: solo aquellas compañías con más capacidades económicas, son las que mejores tecnologías tienen, en detrimento de las empresas medianas o más pequeñas.

¿Qué estamos haciendo mal cuando intentamos aprovecharnos del poder de la tecnología?

Pensemos que la tecnología es como el motor de un coche, y la sociedad, el conductor de ese coche. En ocasiones, intentamos mejorar y construir motores de coche más y más rápido, sin tener en cuenta que, quizás, el conductor no va a saber manejarlo ni hacia donde ir con él. Un mayor uso de la tecnología no tiene por qué suponer una mejora en la comunicación y entendimiento entre las personas. De hecho, en Occidente solemos pensar que Internet es igual en todo el mundo: no lo es. En Corea del Norte se construyó una red propia totalmente aislada de todo lo que se publicaba en el resto del mundo, por lo tanto estamos asistiendo a un lado de la tecnología en que ésta puede llegar a ser una herramienta más de los sistemas más autoritarios del planeta.

Esto contradice totalmente las declaraciones de Eric Schmidt, presidente ejecutivo de Google y ex director general de la compañía, que asegura que ningún país permanecerá aislado gracias al uso de la tecnología. Todos queremos creer que el trabajo que llevamos a cabo es importante para el resto de la sociedad, y es así como el mismo sector de las nuevas tecnologías ha conseguido propagar la idea de que éstas van a resolver todos los problemas del mundo. Como en todo, y tal como hemos visto a lo largo de estas líneas, hay excepciones.

La realidad es que las poderosas tecnologías funcionarán exactamente en aquella dirección en que la raza humana decidamos dirigirlas, y es por eso que de cuanta más tecnología disponemos, más necesarios son la sabiduría y el juicio humanos.

Fuente: Why Technology Won’t Change the World

Foto: SymoO